miércoles, 22 de mayo de 2019

Dos segundos


Una mujer blanca come con su blanco marido
y su hijo blanco –asombro de ojos de miel
al borde de la mesa.

Sin querer, 
extraviada, 
la mirada de la mujer blanca
se cruza con mis ojos de madera,
y todo lo que tiene que pasar pasa
en dos segundos
contados,
y entre ellos
el acero inoxidable,
el vidrio 
y un barullo quedo,
indeleble,
eterno.

Todo lo que pasa tiene que pasar.

Bajo entonces la mirada
con elegante melancolía
y con la sonrisa lanzada al mar
de los universos paralelos.

Escucho a la mujer blanca:
reconviene al blanco niño,
sin motivo.
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